viernes, 4 de febrero de 2011

Jóvenes y país, los retos de una nueva psicología

Fui invitado recientemente a brindar una charla a jóvenes interesados en estudiar psicología. Quise aprovechar el breve espacio que tenía para plantearles algunas ideas sobre los jóvenes, la psicología, sin perder la valiosa oportunidad de emparentar mi propuesta con las necesidades de desarrollo del país. Una psicología que apunte a superar los problemas y aprovechar las oportunidades, en el marco de un proyecto colectivo es el reto que tenemos los psicólogos peruanos. De esto trató mi breve charla que reproduzco ahora con algunas incorporaciones adicionales. Vale confesar que gobierna el texto la visión obtenida durante una década de experiencia como psicólogo social.

Colectivo Sin Normas en Encuentro de Asociación Atocongo

Sobre la situación de los jóvenes

Cuando me comentaron que realizaría esta exposición, inmediatamente pensé en el motivo de los chicos y chicas que asistirían. Individuos que tomarán una decisión vocacional, una de las decisiones más trascendentales de la vida, que afectará - a estas alturas de su vida - irremediablemente su futuro y determinará para siempre sus estilos de vida.

Y ya que el auditorio es de jóvenes inicio mi ponencia deteniéndome en el fenómeno de la juventud y sus procesos. ¿Saben ustedes que en el mundo existen más de 1,500 millones de jóvenes? Cuando pensamos el mundo en términos demográficos llegamos a algunas constataciones: por ejemplo, el 86% de esos jóvenes vive en los países considerados en vías de desarrollo. Pero no basta describir la distribución poblacional del mundo en que vivimos. Los psicólogos debemos explicar los fenómenos. ¿Por qué la mayoría de jóvenes habitan las ciudades y tugurios del Sur? Es obvio que la respuesta nos podría llevar por senderos ideológicos que quiero evitar para analizar otros fenómenos que se esconden detrás de estas realidades. (dar clik abajo para seguir leyendo)


En nuestro país, tres de cada diez peruanos es joven. Es por ello que se dice que el nuestro es un país no solo joven (nuestra República celebrará próximamente su bicentenario), sino también de jóvenes. Imaginemos pues una sociedad con el 30% de su población en esa etapa de la vida en que se toman las decisiones trascendentales que afectan el futuro para siempre. Definitivamente nuestra sociedad siente la presión de sus jóvenes y se pregunta cada año cómo ofrecerles las posibilidades de una vida significativa y a la vez brindarle los canales adecuados para que puedan integrarse al proyecto colectivo de una sociedad mejor.

A todos les parece natural que los jóvenes que egresan anualmente de las aulas y salen a la calle quieran insertarse dentro de un proyecto de formación (estudiar una carrera), como en el caso de los jóvenes que asisten a esta charla. Pero increíblemente esto no es así para todos. Algunos jóvenes, quizás los menos, no han incorporado las aspiraciones sociales convencionales y se autoexcluyen en los diversos modos de marginalidad que conocemos. Otros, los más, no podrán encajar sus aspiraciones con los recursos con que cuentan para alcanzarlas. Son estos jóvenes los que generan en las calles complejos fenómenos de anomia y violencia que los que convivimos desde hace algunos años.

Ahora bien, las necesidades de nuestros jóvenes no solo apuntan por el lado educativo, muchos de ellos necesitan trabajar, no solo para sobrevivir, sino para ejercitar sus capacidades de autonomía e independencia. Por otro lado, son obvias las demandas de salud de este sector. Además, debemos considerar que ellos quieren ser protagonistas (no es casual el uso de grafitis en muros públicos) y que debemos incorporarlos al desarrollo del país a partir de experiencias ciudadanas significativas. Los jóvenes, como vemos, generan una presión sobre el sistema, a veces positiva, a veces negativa.

Pero, ¿qué es ser joven? Quiero detenerme un momento en esta reflexión porque la considero esencial para entendernos. La juventud es en realidad un concepto vacío. Esto quiere decir que para comprender a los jóvenes, debemos primero conocer el contexto que los involucra. Entonces para hablar de jóvenes en el Perú, necesariamente debemos tener en perspectiva el país que ellos viven día a día. ¿Cuánto conocemos la realidad de nuestro país, su diversidad, sus necesidades, sus oportunidades? El primer reto está planteado. Más adelante volveremos sobre este tema.

Ahora bien, lo que sí conocemos y bien es la edad de los jóvenes. Un acuerdo institucional dice que los jóvenes en el Perú se encuentran entre los 15 y los 29 años (ojo estos datos varían de país en país). Esta determinación oficial tiene un sentido psicosocial tremendo. Hacia los quince años, el desarrollo biológico del ser humano estandariza algunos rasgos fisiológicos (no son homogéneos, por supuesto) por lo que los 15, podrían ser tomados como una referencia estándar para considerarla el inicio de la juventud. ¿Pero qué criterio manda para decidir la edad de cancelación de la etapa juvenil? ¿Cuándo un individuo deja de ser joven? Menudo problema pues aquí funciona ya no un criterio biológico, sino un criterio psicosocial que depende de una situación económica, social y cultural. Deja de ser joven aquel que puede autonomizarse y abandonar la casa donde vive su familia nuclear (es una pauta de consenso, al menos en la sociedad occidental).

Por otro lado, la juventud últimamente se ha relacionado, dentro del análisis de los ciclos de vida, a la etapa formativa de un individuo. Obviamente, esto, dentro de una perspectiva productivista que considera a las personas como piezas clave del sistema capitalista. La niñez corresponde a la dependencia, la adultez al trabajo productivo y la ancianidad al retiro. En medio se enclava la juventud como una etapa de preparación para la vida y el empleo. Este periodo de moratoria genera dos campos imprescindibles de análisis psicosocial y cultural: el tiempo libre y la preparación. Sobre estos dos campos se han construido los actuales referentes culturales de la juventud: el rock, los movimientos culturales alternativos, las subculturas urbanas, los movimientos universitarios, entre otros.

¿Qué hacer con nuestros jóvenes? ¿Cómo nos relacionamos con ellos? Con tal presencia demográfica y social, no podemos dejar de considerarlos al momento de diseñar las políticas y programas para el desarrollo de nuestro país. Mejor dicho: no podemos darnos el lujo de prescindir de nuestros jóvenes a la hora de tomar las grandes decisiones. Pero lamentablemente no hemos aprovechado esta valiosa oportunidad. En algunas temporadas de nuestra historia los jóvenes han sido tratados con mucha cautela, temor y han sido objeto de control y vigilancia social. En otras temporadas fueron tratados como beneficiarios, como víctimas del sistema a los que hay que asistir. Últimamente han sido instrumentalizados por algunos partidos políticos, lo que constituye la peor modalidad de relacionarse con las personas: los seres humanos vistos no como fines en sí mismos, sino como medios para arribar a propósitos subalternos. Hemos errado el camino de valorar a nuestros jóvenes.



Perú 2011: Una mirada diagnóstica

Ahora bien, como dije antes, los jóvenes se desenvuelven en contextos determinados. Es necesario conocer estos contextos para analizar la situación de nuestras juventudes y brindarles las oportunidades adecuadas. De esta manera conduciremos nuestra reflexión desde la situación de los jóvenes a una situación que tiene que ver con el país en su conjunto.

De lo que se trata es de generar las condiciones para vivir en un país mejor. ¿Cómo es ese país con el que sueñan los jóvenes? Le prestaré atención a 3 ámbitos del desarrollo que desde nuestra perspectiva son críticos y fundamentales. En esos 3 ámbitos la psicología tiene una importancia cada vez más evidente y los psicólogos tenemos un papel fundamental.

El primer ámbito es el de la democracia. Hoy vivimos en un país con una democracia muy débil, tanto por el precario sistema de partidos que la sustenta como por la escasa vocación de participar que tienen sus ciudadanos. Lo más dramático de esta situación es que los jóvenes permanecen totalmente alejados de esta posibilidad, asistiendo a las urnas casi por obligación o automatismo. Esto se relaciona con la baja legitimidad del sistema político y de sus instituciones. Las corruptelas y acomodos de nuestros políticos espantan a la población y nos hemos contentado con ser solo espectadores del “circo” de lobbys, negociados y corrupción en el que termina convirtiéndose la escena pública peruana.

De otra parte, los medios de comunicación no contribuyen a generar compromisos ciudadanos pues nos brindan una orientación sesgada de la realidad basada en el escándalo (policial y farándula).

Otro ámbito sobre el que quiero llamar la atención es sobre nuestras posibilidades de sustentabilidad. Perú es un país con muchos recursos. Sin embargo, nuestro modelo de desarrollo económico es primario y exportador. Es una economía que se sustenta en sus recursos y no en su transformación. Una economía extractiva a la que le cuesta dar un valor agregado a los productos que coloca en el mercado global.

De otra parte, el crecimiento económico inusitado que vivimos desde algunos años no ha sido homogéneo y esto ha generado la convivencia de sectores que acumulan, versus sectores excluidos del mercado.

Y seguimos hablando de crecimiento cuando debemos incorporar a nuestra visión de desarrollo: el rostro humano, social, cultural del país y nuestro ambiente. De ello depende que las próximas generaciones puedan solventar sus necesidades y vivir en un mundo mejor.

Por último quiero llamar la atención sobre la Exclusión. Vivimos en un país que ha estado expuesto durante muchos siglos a condiciones de pobreza estructural. Convivimos todavía con algunos fenómenos perniciosos: racismo, violencia, centralismo.

La tercera parte de la población peruana vive en Lima. En la ciudad contamos con una serie de servicios y de oportunidades que el resto del país no tiene. Esta es la base de los conflictos sociales que estallan en diversos puntos del país y se expresan en violencia entre los actores involucrados.

Entonces se tienen que generar condiciones para la inclusión. Mejor dicho, condiciones institucionales para que los sectores de la población accedan a servicios óptimos de educación y salud. No puede ser que un país que aspira al desarrollo tenga un sistema educativo público de pésima calidad y que encima reproduce nuestras taras: racismos y exclusión. Lo mismo pasa con el sector salud: a diario mueren muchos pobres a causa de diarrea, dengue, tuberculosis. Este país debe garantizar oportunidades a todos sus integrantes. Hoy día se discuten la aprobación de leyes que favorecen la inversión privada, pasando por encima consideraciones ambientales básicas.

Desde esta perspectiva hoy más que nunca nuestra disciplina debe considerar el desarrollo sostenible como base del desarrollo de todos sus integrantes.


Oportunidades: El país en que queremos vivir

Estos tres ámbitos de reflexión que he presentado generan un conjunto de oportunidades y retos que debemos afrontar como sociedad.

La psicología tiene un rol fundamental en la construcción de esa sociedad. Para ello utiliza un enfoque de abordaje integral y multi-sistémico. Las problemáticas del país que hemos mencionado actúan en varios niveles y se expresan finalmente en patologías y desviaciones individuales. Pero no sólo se expresan en la conducta de los individuos, sino fundamentalmente en otros niveles dislocando nuestra interrelación, resquebrajando las relaciones sociales y generando condiciones institucionales inadecuadas para la salud y el desarrollo de las personas.

Desde esta perspectiva la nueva psicología no se centra sólo en los problemas psicológicos, sino en los factores que determinan la existencia de estos problemas. Y esos factores actúan en campos amplios y en diferentes niveles como lo hemos demostrado. La pobreza, la exclusión y el ambiente son factores que posibilitan la presencia de malestares más específicos, pero también hacen factible oportunidades de una vida mejor.

Campos de acción de la psicología

Desde esta perspectiva la psicología busca brindar condiciones para mejorar la calidad de vida de las personas. Empezaremos a citar un conjunto de oportunidades para el primer ámbito del análisis que hemos planteado.

Democracia.- Vivir en democracia implica vivir en una sociedad de pares, en una sociedad cuya vida la regulan las instituciones representadas legítimamente por mecanismos formales de funcionamiento. Urge en este campo la generación de mecanismos de participación ciudadana y la modificación de actitudes para el cambio generacional. Los psicólogos tienen en frente un importante rol que cumplir involucrándose y gestionando proyectos que promuevan la participación ciudadana. Muy buenas experiencias movilizadas por jóvenes son, por ejemplo el Proyecto Coherencia o el proyecto REVOLCOM que genera responsabilidades y fomenta los derechos desde la juventud.

Empoderamiento social y Lucha contra la pobreza.- La psicología brinda pautas para el análisis de los efectos de la pobreza, más allá de sus efectos económicos. Brinda ideas sobre el locus de control, etc. Además, procura generar capacidades y empoderar al sujeto para que forme parte activa de los procesos de desarrollo.

La psicología no solo estudia los efectos psicosociales de la pobreza: crea metodologías para abordar estas realidades. Un ejemplo concreto es en la generación de políticas educativas centradas en el desarrollo humano.

Los nuevos psicólogos se han venido involucrando poco a poco en proyectos que buscan el empoderamiento de diferentes sectores de la población. Este empoderamiento es clave para generar condiciones para la democracia. Crear condiciones para el protagonismo, contribuir a la generación de capacidades autogestionarias. Esto es básico para abandonar los enfoques asistencialistas y clientelares que están presentes en muchas instituciones del estado.

Los psicólogos están involucrados en el cambio de las relaciones de poder otorgándoles a los ciudadanos la capacidad de ejercer responsablemente sus derechos y participar en las decisiones que afectan su vida. Esto se llama: locus de control. Significa que una labor fundamental de los psicólogos es fortalecer la capacidad de control que tiene las personas sobre las situaciones de su vida diaria.

Inclusión y Promoción de la Salud.- Por otro lado los psicólogos vienen contribuyendo a la creación de una sociedad inclusiva, trabajando en proyectos que favorecen la defensa y vigencia de los derechos humanos. Un ejemplo concreto es su participación en estrategias comunitarias de reparación, como se ha venido dando en Ayacucho. Muchas organizaciones de la sociedad trabajan para empoderar comunidades en cuanto a la gestión de sus procesos de salud – enfermedad y rompiendo el vínculo asistencialista y clientelar que tienen el Estado y algunas instituciones con las poblaciones.

También tenemos psicólogos creando y participando en proyectos educativos no formales para modificar actitudes racistas o sexistas. Este es un gran campo de acción en que los psicólogos trabajan de manera interdisciplinaria junto a comunicadores, abogados, educadores. Son célebres las campañas Eres una Perra, o la conocida yo sé cuidar mi cuerpo.

Salud Mental y Resolución de Conflictos.- Otro campo de acción es la resolución de conflictos y no solo estamos hablando de conflictos interpersonales, sino conflictos sociales. La intervención de profesionales que generen condiciones de salud mental es imprescindible para enfrentarnos al abordaje violento de los conflictos. Los psicólogos plantean pautas de comunicación y arbitran para que los sectores sociales logren una visión consensuada del desarrollo. Pero ojo: como hemos venido viendo esto requiere de un trabajo en varios niveles. Los psicólogos están preparados para abordar realidades sociales y no solo individuales. Aquí se necesita generar condiciones institucionales, culturales y sociales que minimicen las posibilidades de conflicto. Son muy conocidas las campañas de Buen Trato en instituciones que se vienen llevando a cabo últimamente.

La psicología aborda la problemática de la salud mental en un país que ve crecer sus índices de violencia, depresión, suicidio, adicciones. Pero no trabaja solo recuperando enfermos sino promoviendo la salud y abordando los determinantes sociales y culturales de la salud. Aquí se trabaja fomentando hábitos de vida y estilos saludables que conducen a las personas a asumir responsabilidades en cuanto a su salud, trasladando esta responsabilidad al ámbito institucional y colectivo. Los psicólogos organizan campañas dentro de diversas instituciones para favorecer conductas alternativas a las conductas des-adaptativas. Un ejemplo claro es la capacitación a periodistas para el abordaje responsable de los suicidios.

Sustentabilidad.- Para consolidar y hacer sostenible el crecimiento del país, debe considerarse además del económico, el factor social y el ambiental. Casualmente esa es la definición de sustentabilidad, un modelo de desarrollo que se concibe una sociedad democrática e incluyente y un ambiente con posibilidades. El crecimiento no tendría sentido si supone el desbaratamiento de alguno de estos factores.

En este campo la psicología brinda más de una alternativa desde los novedosos temas que tiene que ver con la incorporación de actitudes favorables hacia el entorno, hasta la incorporación de hábitos de consumo responsable. La psicología se convierte en la disciplina que orienta la interacción del ser humano con su entorno y brinda orientaciones a los proyectos urbanísticos modernos recomendando formas de habitabilidad del territorio, modificaciones de actitudes hacia el ambiente, incorporación de prácticas de consumo responsable, etc.

Responsabilidad Social.- En el ámbito organizacional ha ganado cada vez más fuerza la responsabilidad social. No es otra cosa que el involucramiento del sector privado, las empresas, en áreas que tienen que ver con el desarrollo social. Dentro de este campo se han hecho notorias las estrategias de relaciones comunitarias. En principio conducen a las empresas a establecer relaciones positivas con su entorno, respetando su medio ambiente y generando y promoviendo desarrollo. Los psicólogos que manejan estos conceptos y herramientas han encontrado un fructífero y expectante campo de acción empoderando poblaciones y generando, dentro de las corporaciones, actitudes favorables hacia el desarrollo de muchas comunidades.

Creo que estas reflexiones pueden ser criticadas y/o ampliadas, los invito a hacerlo.

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