martes, 10 de enero de 2017

Hacia una Cultura de la Calidad

Junto a directivos del Instituto La Salle, en Urubamba.
(Abajo:Con estudiantes del Instituto Público Juliaca)
El año 2016 tuve la oportunidad de conocer y sistematizar la experiencia de acreditación de seis institutos educativos del país. La acreditación ha dejado en ellos interesantes lecciones y promovido la instalación de buenas prácticas pedagógicas y de gestión administrativa. 
Como sabemos, la acreditación es fundamental para asegurar la calidad de la educación. En nuestro país, el órgano encargado de este proceso a nivel nacional es el SINEACE que desde el año 2009 viene acreditando escuelas, universidades e institutos pedagógicos y tecnológicos.
Nuestro estudio constató que las instituciones acreditadas realizaban actividades orientadas a la mejora de la calidad desde mucho tiempo antes de iniciar su proceso de acreditación. Estas "buenas prácticas” se soportaban en el liderazgo de algunas personas, pero luego de la acreditación se convirtieron en procesos institucionales.
La perspectiva de acreditación estuvo motivada por la posibilidad de consolidar el prestigio institucional y el imperativo de las instituciones de considerarse referentes de la educación en sus regiones (Cuzco, Puno, Tacna, Ica). Muchos de sus directivos manifestaron la necesidad de “marcar la diferencia” en un escenario regional donde prolifera la oferta educativa de dudosa calidad.
El proceso de acreditación ha supuesto en estas instituciones una transformación organizacional, llevándolas más allá del mero cumplimiento. Les ha permitido retomar y potenciar algunas prácticas, valorando sus progresos en calidad al identificar a qué dimensión de acreditación pertenece cada actividad y reconociendo su nivel de cumplimiento. La matriz de acreditación fue un instrumento clave para superar la apreciación subjetiva de la calidad permitiendo a los institutos conocer avances y brechas en las dimensiones y factores de acreditación.
Un aprendizaje importante se ha dado en torno de la concepción de la evidencia, superando su dimensión documentaria para constituirse en un medio de verificación del logro de indicadores. Así, las instituciones pudieron transitar de gestiones por objetivos y actividades a una gestión por resultado, donde los indicadores son elementos clave para la evaluación de impacto.
El proceso además hizo posible importantes innovaciones pedagógicas (en aula, módulos de autoaprendizaje, portafolio, enfoques pedagógicos, evaluación, alineamiento curricular) así como interesantes experiencias en investigación y gestión de prácticas pre profesionales.
En el siguiente link PRESENTACIÓN CONGRESO se puede ver la presentación pública de la investigación (minuto 1:55:20). En este link: Hacia Una Cultura de la Calidad podrás descargar el libro.

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